jueves, 8 de septiembre de 2011

La memoria inquieta...


Cuarta parte…

Mi amigo Alejo tiene un modo encantador de contar historias, pequeños fragmentos de su propia historia que le gusta recordar y compartir con un carisma y una calidez atrapantes, podría pasar horas escuchándolo, reteniendo sus gestos en mi memoria.
La primera vez que hablamos en serio me conto sobre unas bolas de colores, no me atrevería a develar su secreto y de todos modos no podría reproducirlo con el mismo encanto, pero hoy no logre sacar de mi cabeza la imagen de su relato en todo el día.
Ahí estaba, caminando por Belgrano con mi café en la mano, reviviendo las palabras de mi amigo en mi cabeza sin siquiera buscarlo. Mire en mi interior y descubrí que en ese instante yo era lo mas parecido a un pelotero que había visto en mi vida, había pelotas de todos los colores y tamaños amontonándose en mi interior, presionando, quemándome la piel por dentro, estirándola hasta cortar, bloqueando mi respiración por completo.
Todo se congelo un instante, respire como pude, observe el conjunto de bolas detenidamente y descubrí que ninguna me pertenecía, estaban ahí, me desgarraban, me herían profundamente, me hacían retorcer de dolor, a veces comportarme de manera nefasta, me habían marcado de por vida y todavía estaban ahí amontonadas haciéndolo cada vez que podían, pero ninguna era mía, quizá un par, esas dos o tres que estaban en un rincón defendiéndose de las otras como podían, pero haciendo daño porque no era el modo, porque jamás encontré el modo.
Otra vez la desesperación, retroceder casilleros, ese flashback, ese puto punto al que siempre vuelvo, esas pelotas que no me pertenecen, que no las quiero, la nena asustada y sola llorando, aterrada, paralizada pidiendo que la miren, que la saquen de ahí. Siempre todo se congela, me enredo, me caigo, me asusto y te asusto. Lo veo venir, no logro frenarlo, pasa el torbellino y volvemos a la calma, no quiero pedir más disculpas, no quiero más esto.
La mujer que termina el café, se planta en el lugar que hoy elige y patea las pelotas lo más lejos posible, algún día va a lograrlo, lo se.
El consejo de mi amigo Alejo “tenes que aprender a identificar las pelotas y controlarlas, no las patees por que están ahí y siempre vuelven, gánales”

Un poco de tu historia, mucho de mi historia, un café de Starbucks, una mente retorcida, oops I did it again…

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