miércoles, 19 de octubre de 2011

La memoria inquieta...


Quinta parte...

Hoy me acordaba de los cuentos que leía de chiquita, tal vez buscando algún escondite dentro de mi cabeza donde sentirme segura un rato, quizá casualidad, podría ser por que di vuelta todo mi cuarto y me saque de encima casi todo, o solo el hecho de intentar conciliar un poco con el avispero tan revuelto, no lo sé.
Creo recordar que mi cuento preferido era el de Gobolino el gato embrujado, que saltaba de un lado al otro porque no lograba encontrar su lugar en el mundo, era simple, no quería ser un gato embrujado, me caigo de culo y me estallo de risa sola con la ridícula coincidencia, pero me hago la boluda por que al menos hoy no es momento de analizar mas nada.
La verdad es que los cuentos clásicos nunca me despeinaron, pero hoy el destino me puso en frente “Los tres cerditos” siempre me pareció un cuento bastante boludo, los tres chanchitos bailando como infradotados, el lobo supuestamente feroz amenazando con soplar, desde mi punto de vista se ponía en completo ridículo, perdía todo tipo de autoridad, a ver flaco! tenes garras, tenes colmillos, sos el terror del bosque y solo se te ocurre ponerte a soplar como un gil? Y obviamente el final feliz donde los tres chanchitos infradotados se le descostillaban de risa en la cara y seguían bailoteando irritablemente.
Hoy alejadísima de los cuentos, las hadas y los finales felices por fin creo comprender la metáfora de la historia. La importancia de tener un hogar solido donde refugiarse para que no pueda entrar el lobo feroz, o lo que es peor para que no sea uno el que se termine convirtiendo en el puto lobo feroz.

Seguiré como Gobolino buscando ese lugar…

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